“No es buena idea jugar fuera de tu liga”
A muchos de nosotros (gay o straight) nos enseñan que el estado ideal del ser humanos es vivir en pareja. Crecemos influenciados por esta idea que nos es reforzada constantemente… En películas, literatura, novelas, la historia (detrás de un gran hombre…) y hasta en la política (un político debe estar casado, ¿por?). Sin embargo, la realidad es que nacemos y morimos solos –con sus excepciones- ; y más relevante aún, considero es una realidad para la que no todos estamos hechos. Llevo mucho tiempo, bueno, casi dos años, en la búsqueda de el amor de mi vida, de la persona con la que quiero compartir mi ser y mi estar. He pasado todo tipo de peripecias, emociones, descalabros, decepciones, excitaciones y a fin de cuentas ¡Nada! Me he preguntado por qué no encuentro, por qué está tan tenaz encontrar alguien que valga la pena –para mí-, quejándome de que los mejores están ocupados y que los restantes me gustan, pero…
Ya sé cuál es el pero… En este momento, no estoy listo para una relación. La vida opera de formas misteriosas y lo confirmé el fin de semana anterior. Uno de mis mejores amigos (otro soltero en busca del amor) me invitó a una cena en su casa donde los invitados éramos dos parejas, un prospecto de mi cuate y yo (siempre la tercera rueda, antes me incomodaba). Al ver la dinámica de estos dos pares de enamorados, me inspiraron mucha flojera y por más que trataba de verme así, la idea me desagradaba totalmente. No, no es lo mío.
Una de ellas era una pareja con 6 años juntos: de 35 ó 40 años, no muy HOT, buena posición económica; que viajaban, vivían juntos, hacían ejercicio y tenían una perrita (por cierto, que weba cuando hablan de sus mascotas como si fueran hijos, ¡Es patético! Especialmente en público y con gente que acabas de conocer). Se percibía que se llevaban bien, que eran amigos y se respetaban, una relación funcional. A primera instancia dije, qué padre que haya este tipo de relaciones, pero al rato cuando fuimos algunos a fumar a la cocina, me entero que uno de ellos, había andado ligando en el gym -y por ligando me refiero a… - . Sé que esto es muy común, especialmente, cuando llevas tiempo juntos –por lo menos lo hacía a escondidas, las relaciones abiertas son otro tema-. Lo entiendo, los hombres siempre queremos sexo, pero su pareja había comentado minutos atrás, que “cuando entrenaba por muchas horas, se le quedaba dormido y no quería…”; después entendí que no era precisamente por el entrenamiento.
Otra de ellas era una pareja con una relación de 2 años -viviendo juntos- que me dejó intrigado toda la noche. Uno de ellos, el viril: alto, atlético, caucásico, entre los 40 y 45 años, de buena cuna, empresario, iron man, triatleta, mega HOT. El otro “equis”: buen cuerpo (nada del otro mundo), nada agraciado, de 40 años, poco inteligente y su forma de hablar reflejaba que no leía más allá del TV Notas. Mi mayor shock: todo el tiempo de la mano, tocándose, dándose besitos. Y el “equis” atendiendo al HOT, dándole la razón en todo, “procurándolo” y evidentemente, sumiso (o su-menso). De entrada, pensarías ¡Qué linda pareja, sí puede ser real “la bella y la bestia”!; pero cuando el HOT le hace un comentario a un invitado –de forma coqueta- que acaba de conocer, alabando su figura y haciendo énfasis en que se ve que hace ejercicio… Bueno, de pésimo gusto y a mi parecer, nada apropiado e incómodo para su galán y el “halagado”. ¡No! Nunca podría llevar una relación así, me quedó muy claro que “Nunca debes jugar fuera de tu liga”.
Ambas parejas: hablando en plural; platicando y dándose tips de sus perros como si fueran hijos; comentando de las películas que verían próximamente. El colmo, el HOT, hizo un calendario para ir a ver todas las películas de un festival de cine gay ¡El colmo de la neurosis y “nerdez”!
En fin, me di cuenta que amo mi libertad. Que en los últimos años he cultivado una relación muy importante y sólida conmigo mismo, que no quiero terminar. Es muy curioso, cómo en un instante, puedes darte cuenta de que vas por el camino correcto, y que si el amor de tu vida no ha llegado es porque no es el momento o porque no es lo que te conviene. Me encanta la emoción del “ligue”; la ilusión de conocer a alguien nuevo en cualquier lugar; el “dating”; el pensar que mi persona especial está a la vuelta de la esquina y que en cualquier momento nos vamos a topar (piscis, al fin y al cabo). Siempre que salgo con alguien, empiezo a buscarle el “pero”, y ahora sé que el “pero” real, es que no mi momento para pensar en una relación a largo plazo. Tal vez algún día llegue o tal vez no; lo que sí sé es que para bien o para mal, no creo en conformarme porque:
“Me da más miedo estar con la persona equivocada que solo…”