
El año pasado conocí y salí con uno de los mejores tipos que he conocido en mi vida. Era inteligente, divertido, atractivo, la pasaba bien con él. Disfrutaba su compañía, su conversación, nos reíamos juntos, y me dijo las cosas más bellas que me han dicho en los últimos 8 años. Sin embargo, algo pasó… No pasó nada… Se enfrío la relación y terminamos siendo buenos amigos. Incluso salió con uno de mis mejores amigos, lo cual me dio gusto. Aunque definitivamente me hizo darme cuenta que no era para mí… El amor no puede ser voluntario.
Alguna vez escuché que el AMOR se reduce a tres preguntas anecdóticas (las respondí pensando en el chico del que te cuento):
1. ¿Qué te parecería compartir tu vida con él? ¡Wow! Sería muy divertido, me agradaría presentarlo a mi familia y amigos; sé que se simpatizarían mutuamente. Me imagino vacacionando con él; saliendo a divertirme; considero que se me vería mejor la ropa estando a su lado… Además sería un gran compañero de vida…
2. ¿Qué te parecería sentarte a su lado en la sala, durante una tarde lluviosa, y conversar sobre la vida, una película o un libro que acabas de leer? Me encantaría. Podría estar así con él por horas…
3. ¿Qué sentirías si chupara crema batida de tu ombligo y te besara apasionadamente? No se me antojaría hacerlo… Nunca.
Así volví a caer en cuenta de que el Amor no tiene que ser necesariamente romántico, aunque para algunos de nosotros ¡SÍ!
La última pregunta: Cuando suena tu teléfono o te llega una alerta del Messenger ¿Qué es lo primero que pasa por tu cabeza..? La respuesta -te aseguro- es el AMOR PARA TI…
La persona equivocada no puede herirte… Sólo la correcta…